Por Joel del Río
Uno de los más grandes actores cubanos de todos los tiempos, Reinaldo Miravalles, ha dicho que puede vivir en cualquier lugar pero Cuba es su patria. Tal fue su respuesta cuando lo interrogaron sobre los motivos de su regreso a La Habana, con vistas a protagonizar la que será su última película, Esther en alguna parte, que constituye, al mismo tiempo, el más reciente filme de Gerardo Chijona y estreno del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica, ahora en salas de estreno.
Personalidad esencial en el cine cubano desde sus papeles protagónicos, de malvado antológico, en El hombre de Maisinicú, Los sobrevivientes y Alicia en el pueblo Maravillas, Miravalles se interesó por este personaje, concebido por Eliseo Alberto Diego (Lichi) en la novela homónima, que sirvió de base para una cinta sobre la amistad, los amores perdidos, la proximidad de la muerte, la nostalgia por lo irrecuperable y la voluntad de empezar una nueva vida, independientemente de la edad que se tenga.
Lino es un anciano humilde y triste que sufre la pérdida de su esposa Maruja (Daysi Granados). En el día del aniversario de la muerte de ella, él conoce en el cementerio a Larry Pó (Enrique Molina) un amigo de la difunta. A partir de la amistad con Larry cambia la vida aburrida de Lino, sobre todo cuando se entera de que su amada Maruja tenía una doble vida y cantaba boleros en los bares. Entonces la búsqueda que Lino y Larry emprenden detrás de las huellas de Esther, es más bien la búsqueda de la verdadera Maruja, y un intento por encontrar el paradero de Esther Rodenas, el gran amor de la vida de Larry.
Luego de residir 18 años en Miami, el actor decidió incorporarse a la tropa que encabezó Chijona en el intento por trasponer a la pantalla la novela homónima, adaptada por Eduardo Eimil, un joven egresado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión en San Antonio de los Baños, quien ha dirigido notables puestas en escena teatrales luego de graduarse con el cortometraje La maldita circunstancia.
Fuera de Cuba, Miravalles protagonizó Cercanía, de Rolando Díaz, y tuvo a su cargo un papel importante en la película española El caso Galíndez, junto a Harvey Keitel. Según cuenta Chijona, cuando el actor se leyó el guión de Esther… “le encontró demasiado diálogo, porque debido a su avanzada edad le era difícil memorizar todo aquello. Le dije que no se preocupara, que lo íbamos a reescribir para él. Cinco o seis meses antes de arrancar el rodaje se lo llevé y me quedé unos días para que se lo pensara y aceptó. Para él fue muy grato volver a filmar en su país con toda la gente que lo admira y quiere. En los rodajes en las calles a menudo teníamos que parar porque siempre había alguien saludándolo y felicitándole por estar nuevamente trabajando en Cuba. Para mi dirigirlo fue muy importante, pues lo considero, al igual que muchos, el mejor actor cubano de todos los tiempos. Los actores de la película no preguntaban cuanto ganarían, sino si iban a compartir escena con él”.
Además de Miravalles en el protagónico, el filme cuenta con las participaciones de Eslinda Núñez, Laura de la Uz, Verónica Lynn, Paula Alí, Elsa Camp y Alicia Bustamante, todas ellas encargadas de personajes fugaces pero trascendentales para esta historia de crecimiento espiritual y segundas oportunidades. Si algo tienen en común Boleto al paraíso y Esther en alguna parte sería la estructura episódica y el gran número de actores y actrices de alto nivel que aparecen en pequeños papeles. También aparecen en esta película los jóvenes Miriel Cejas (Lisanka, 2009) y Héctor Medina (Vinci, 2012, Camionero, 2012), quienes repiten con Chijona, luego del triunfo que para ambos representó Boleto al paraíso.
Producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y SONTRAC —Perú—, con el apoyo de IBERMEDIA, Esther… cuenta con música escrita por José María Vitier, quien trabajó anteriormente con Chijona en el documental Ella vendía coquitos (1985) y en el largometraje de ficción Un paraíso bajo las estrellas (1999). Según Chijona, el filme requería una música minimalista, sobre todo a piano, que va cambiando de la comedia al drama y adquiere protagonismo en los minutos finales. En otros renglones figuran importantes profesionales del cine cubano: de la fotografía se ocupó Rafael Solís (Barrio Cuba, Casa Vieja), de la edición Miriam Talavera, el diseño de banda sonora es de Osmany Olivare, y la dirección de producción estuvo en las manos de Evelio Delgado.
La idea de adaptar al cine la novela surgió cuando Lichi Diego tenía su novela en etapa de manuscrito, la leyó su hermano Rapi y sugirió que Chijona la filmara. El director de Adorables mentiras y Boleto al paraíso ha reconocido que lo más trabajoso en la realización de la película consistió en lograr la estructura episódica que resumiera el espíritu y el tono de la novela como el autor quería. El escritor pudo acompañar varias versiones del guion, e incluso llegó a aprobar la versión final.
También de acuerdo con Chijona: “Este es un filme de personajes, por tanto lo más destacable son su guion y las actuaciones. Cuando tienes buenos actores a los que sabes que puedes explotar debido a sus posibilidades, uno se siente satisfecho. La película está concebida para invitar al espectador a percibir no solo lo que dicen los personajes en sus parlamentos, sino lo que expresan con sus silencios y miradas. Creo que por eso es mi película más personal. Aún conservo los e-mails que nos intercambiamos Lichi y yo mientras se escribía el guion. Recuerdo que la primera vez que leyó mi propuesta no le gustó, pero finalmente entendió, porque él también era guionista. Siento que hicimos la película con la que él soñaba: una comedia triste, y eso me satisface mucho”, resaltó el director.
Fuente: La Jiribilla. Revista de Cultura Cubana. Edición Nro. 617 (2 de marzo al 8 de marzo de 2013)